A finales del siglo XIX el artista italiano Gerolamo Induno pintó este cuadro e ilustra la elaboración de escenas de género donde mostraba la cotidianeidad burguesa y en la representación de escenas sacadas de la literatura de la época. Induno fue uno de los más conspicuos representantes del arte del Risorgimento y tomó una escena de un libro conocido de Francisco Villaespesa
Cuenta la historia de que Renato, era un viejo señor feudal, que tenía una hija: Yolanda. Ambos viven aislados en un castillo en los Alpes. Pese a la insistencia de su padre, Ella rechaza tomar marido y vive dedicada al cuidado de su padre y al juego del ajedrez en el que se ha convertido en una experta.
Un día, la monótona vida del castillo se ve rota por la llegada de un antiguo camarada de armas de Renato, el conde Oliverio de Fombrone, y su paje Fernando. Éste es un joven apuesto y valeroso pero su orgullo molesta a Renato. El enojo de éste alcanza su cenit cuando el joven le dice que aprendió los difíciles movimientos del ajedrez y que nadie le supera en dicho juego.
Decidido a dar una lección al paje le insta a jugar contra su hija bajo cierta condición si gana tomará por esposa a su hija pero si pierde perderá la vida:
La partida pronto toma mal cariz para Fernando quien rápidamente pierde una pieza. Pero Yolanda, mientras juega y conversa ocasionalmente con el joven, se va enamorando de él. Comienza a advertirle sus jugadas débiles, pero al darse cuenta de que ni aún así va a lograr Fernando superarla, empieza ella misma a hacer jugadas flojas hasta quedar en una posición desesperada. Yolanda, temiendo quizá la insistencia de Renato, mueve ella misma una pieza de Fernando y se da jaque mate.
11 solo lo soñaron:
El drama ha terminado esta vez la contrapartida tiene un final feliz
si tan sólo nuestra vida fuera un juego de ajedrez...
¿Qué se le va a hacer? A veces movemos las piezas y lo que logramos es precisamente Perder la partida. Por acción o inacción. ¿Quien dice que no es una partida?
Las chicas suelen mover la ficha definitiva, aunque al principio de la partida no se haya querido ni siquiera emprender el juego; de todas formas es sólo una partida y ya habrá otros tableros y otras estrategias.
Un saludo.
En el amor aveces cedemos el triunfo, pero no es el único aspecto. Yo lo hice por un amigo, se quizo medir en fuercitas en mi contra frente a una de sus pretendidas, cuando se vio inminentemente a punto de ser vencido, me hizo un a seña referente a ella. Le cedí el triunfo, sabiendo que era yo quien perdía menos.
Un abrazo Jo.
Hola:
No siempre se puede dar jakkke.
Besos.
Mariposa Errante.
Nada como el egoísta placer de darse jaque mate uno mismo, jeje.
Final de telenovela.
¿Será porque en tal partida del amor el único resultado perseguido por ambos era el jaque?
es momento de saber cómo movemos nuestras fichas...
pero terminó ganando.
Publicar un comentario