Retirarse a un refugio en el que sólo estés rodeado de libros es una de esas fantasías recurrentes que me vienen a veces, por la culpa de leer a a unos de ustedes, recurrentemente cuando llego de espiar el anaquel particularmente especial de "entre montones de libros". Esas fantasías que a uno se le vienen a la cabeza es porque se siente una agotado un poco y en vez de tener malos pensamientos buscas en que entretenerte... aunque imágenes mentales hay siempre y alientan en el veraano aunque nublado y todo ande uno acalorada siempre... cof cof.
Necesitas apartarte, a veces para leer necesitas de un lugar favorito, algo cómodo y hasta celosamente guardado por ti, para umergirte en el universo libresco, tan acogedor, y capaz de proyectarte hacia lo desconocido (claro no incluyan esto si van en metro). En mi caso esa fantasía adquiere unas características determinadas: si voy a las librerías paso de largo de los booms, los betsellers y últimas novedades, (a veces, porque mi presupuesto no alcanza)el interés de ser muy selectiva ya me viene de familía con casi todo pero con los libros creo que uno tiene que estar abierto a cualquier posibilidad.
Bueno, luego viene el asunto de la cantidad, de cuántos libros necesita uno en ese refugio. Hay seguramente más de un escritor que se puede pavonear de su biblioteca de 30.000 volúmenes, pero hay que tener en cuenta que esos escritores casi podría decir que son las espinacas de todos los días como el Popeye aquel, inclusive otros más, capaces de desarmar y armar un kalashnikov con todo y ojos vendados y no podría adquirir ni una copia al menos yo seguramente de uno de esos con una biblioteca tan modesta ni baratita
En estos días donde se supone que el verano está colmado de cosas que hacer, yo sigo trabajando, y es ahora que las obligaciones o las responsabilidades me hacen fantasear y envidiar a todos los demás. Y pienso en que podría releer mis clásicos, si tuviera tiempo, o aquel libro al que siempre he querido volver o que tengo abandonado. 2 que 3 hasta en edición especial y hasta Joyce se sentiría orgulloso pues, a la postre no dudaría hoy en encerrarme con su Ulises para volver a disfrutarlo a pausas nuevamente.
En lo que respecta a mi fantasía particular supongo que un número de libros razonable para una sola vida y una carretera transitable hacia una librería o biblioteca pública colmarían mis necesidades, tal vez no es falta de hambre de leer, o dinero ni evitar el engorro o la fatiga.
Eso de la acumulación para unos se soluciona usando un aparato de esos ahora que caben en una mano, pero hoy que tengo que mudar una parte de mi casa a la planta baja, pienso en el alivio de no tener bibliotecas al estilo Alejandria.
Eso de la acumulación para unos se soluciona usando un aparato de esos ahora que caben en una mano, pero hoy que tengo que mudar una parte de mi casa a la planta baja, pienso en el alivio de no tener bibliotecas al estilo Alejandria.