Quizá no lo sepas, pero hace mucho que no consumo refrescos ni azúcar y parece que varias veces rebozara las palabras que te digo, en los restos de algún sobrecito sin terminar. La brizna tras los cristales de mi casa en estos días fríos me hacen preguntarme en que orden, te levantarás y que es lo primero que harás, si correr o preparar el café.
Los puntos suspensivos que llenan mis últimos días parece que compensan los largos letargos en que estuviste ausente o en silencio. Se van reconfigurando nuestros espacios en los que recordando o hablando de lo pasado permite que haya una posibilidad. Tu voz guía un poco mi imaginación aunque no la escuche, la recuerdo y lo único que tengo que confesarte es que no me ha quedado claro tu nombre a la hora de querer pronunciarlo en esas invariables veces en que irremediablemente quiero tocarte y sentirte de nuevo aquí.
Siempre te digo todo lo que siento, podia ser antes una desventaja terrible pero hoy lo único que temo es siempre preguntar.