Yo jamás seré una runner consumada. Ya saben, como esos mujerones que corren kilometrajes apabullantes que ni el corre caminos podría romper en récords ni con toda la temporada de caricaturas lo que ellas hacen en un mes. A veces, yendo en tacones con estas calles llenas de defectos temo me tuerza un pie, ahora corriendo antes decía que seguro me rompería el cuello o torcería el rabo.
A veces trato de seguir a algunos que van delante seguro con muchas vueltas al circuito con sus tenis, me gusta ir observando su pisada y su manera de moverse.A mi la disciplina me cuesta pero la constancia me ha estado coqueteando mucho.
La especie de corredores me parece que ya es familiar, ya existían desde las cavernas, pero como no estaba metida en el asunto, no me daba cuenta. Ahora veo muchos estilos, pesos y tallas, todos como locos, casi siempre solos.
Ayer como buena cabra loca y sola que soy me percaté que en el km 4 estaba a punto de vomitar los pulmones o el bofe entero. habrá que ir al Cardiólogo. Luego los huesos y mis pies protestaron y es entonces que deberé pensar en un traumatólogo o que me done alguien cartílago y un masajista guapo.
Por correr tengo certezas de partes de mi cuerpo que no les había hecho caso y que han estado ahí desde siempre.
Liebres, mastines, antílopes, cebras, gacelas o galgos. (algún día seré como ellos)¿? no pude decidirme en el apodo que quería poner mientras veía a un grupo de corredores pasar por el lado, iban a su ritmo muy constantes, escurriendo chorros de sudor pero con el semblante sereno juntos en manada.
Después corriendo por la pista de tartán entre un sendero con arbustos, fantaseaba que en una de esas tan espesa la maleza el lobo feroz aparecía, pues ya eran casi las 6:30 y ya casi no había gente, ni despistados (lo digo porque no corren, nada mas miran sentados) desperdigados por ahí.
Decidí dar mi última vuelta al circuito, algo como del tamaño de un conejo gordo se atravesó a no poca distancia corriendo, perdiéndose en un arbusto, luego divisé a otros tres de menor tamaño, siguiendo la misma dirección. Antes de llegar a ese punto seguí corriendo y atravesó otro mas.
Los bultos con pelo se siguieron de filo por el sendero y en fila la travesía no duró hasta que otro arbusto les sirvió de estación. Ya lo dice el dicho "donde corre uno corren dos"
Siempre bromeo que las liebres me rebasan. Sin mas motivación ¡arrggh! ¡rataaaas!