Tras la cerrada ovación que puso término a la sesión del congreso Internacional de linguistica y Afines, la hermosa taquígrafa recogió sus lápices y papeles y se dirigió hacia la salida abriéndose paso entre un centenar de linguistas filólogos, semiólogos, críticos, estructuralistas y desconstruccionistas, todos los cuales siguieron su garboso desplazamiento con una admiración rayana en la glosemática.
De pronto las diversas acuñaciones cerebrales adquirieron fónica:
¡Qué sintagma!
¡Qué polisemia!
¡Qué significante!
¡Qué diacronía!
¡Qué exemplar ceterorum!
¡Qué Zungenspitze!
¡Qué morfema!
la hermosa taquígrafa desfiló impertérrita y adusta aquella selva de fonemas. Sólo se la vió sonreir, halagada y tal vez vulnerable, cuando el joven ordenanza, antes de abrirle la puerta, murmuró casi en sau oído:
"Cosita Linda"
Mario Benedetti.
7 solo lo soñaron:
Me quedo con "cosita linda"
Aynssssssssssssssssssssssss
Besos.
Ohhhhhhh!
;)
Adoro ese relato!!! Lo más simple siempre es lo que más nos conquista. Un besote!!!
Bien planteado, a veces recurrir a lo complejo es un dislate, un absurdo, para no caer en el mismo error que esos filólogos y afines. A veces hay que ser como ese ordenanza.
Y lo ilustraste bien el relato. Elegiste una imagen acorde para representar al taquigrafa. Bellisima mujer.
Te parecerá una tontería, pero me hiciste reír
Besos
Benedetti, memorial y siempre vigente. Qué buen cuento. Un abrazo. Carlos
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