Antesala

Yo y la poca conciencia que me quedaba estabamos en ese consultorio color arena. Circundaban mi nerviosismo, batas agua marina y una voz en off con voz de hospital poco clara.

Aguardé tratando de trabar compostura para que no se notase mi impaciencia y de pronto me ví en la cómica situación de sentirme como Papá primerizo con unas ansías locas por fumar siendo ajena a ese gusto y comenzar a hacer un surco angosto por mi caminata en ese pasillo. "¿y si me meten cuchillo?" - esa idea me asaltó los días anteriores y no importaba en que situación me encontrara.
Amanecí en un día de respiración entrecortada, de conciencia exhausta, de reflexión encapsulada. Estos días tuve pensamientos suicidas, humor negro en demasiada y tensión creo que vociferaba tonterías sobre la vida renegado de muchas otras cosas más y hasta aseverar que si tenía algo grave o irremediable era porque tal vez me lo merecía y que no haría nada, no para alargar nada inclusive el dolor - mejor tener una ETS que cáncer de seno

Hoy se han abierto las compuertas del cielo, una lluvia intensa se ha cernido sobre el baile sonámbulo de mi quehacer cotidiano y, sin quererlo, un instante de plagio de otoño me ha traído el ansia de vivir. Por fin fuera de ese hospital con más caras largas y más tragedias graves que la mía, llegué al coche y entré, me senté y me puse de nuevo al volante de mi descarrilada vida. El aire estába ardiendo por el sol veraniego de agosto afuera que no termina de apagarse con tanta tormenta.

Mi alma, también creo que ha vuelto a mi cuerpo; A pesar de mi cruel semana de incertidumbre y de nervio dejando de lado el tono solemne con que me trató al contactarme la enfermera y el semblante del médico en mi cita "urgente" para decifrar mis análisis, hoy sé que no moriré joven

Ayer me percaté que me fuí a la cama con los ojos cansados y en la cabeza no paró de circular esa idea de que he vivido un día exactamente igual al otro y he desperdiciado el tiempo con tormentas personales, cobardona lamentándome y llorando. Hoy me doy cuenta de la crucial importancia de los momentos se diluyen, no los rescataré con trabajar tanto y que lo urgente es lo único que reaparecen apostado en un calendario, o en una agenda pero que puede resolverse.

Hoy es uno de esos días en que me clavaría un tacón en la sien con tal de no seguir escuchando la chirriante turbina de cierto desgastado recuerdo cíclico... hoy es uno de esos días en que podria tener valor o al menos luz verde para poder seguir guiándome como hasta ahora lo he hecho, sin arrepentirme, comerme el helado que más me guste haciendo caso de un consejo y decir te quiero mas seguido sobre todo a quien lo merece.

Perdida entre mis pensamientos y aplastada bajo el peso ahora completo de mi conciencia, sin rumbo, pienso en papá (mañana ya son dos años que se fué) se quedó dormido, en calma sin deber nada y sin culpas o tormentas y es ahora cuando me pregunto si en algún momento podría encontrar toda aquella calma también en mi interior.

Mientras escribía esto noté una mano en mi hombro derecho, por supuesto esperaba que no fuera alguien especial, pero a veces necesito que sí lo sea.