Ad Hoc

Me quedo de nuevo a solas con la banda sonora de mi soledad observando cómo mi reflejo se desfigura a cada puñal afilado que libero entre mis párpados.

Me encadeno a los silencios, me libero a traición para después volver a apresarme entre sus brazos, sin permitirme escapar por las ranuras de su presencia, y como un alma en pena, me quedo aguardando el próximo cautiverio, porque esa cadena de silencios es la que da sentido a mis gritos ahogados bajo la almohada de los últimos días.

Hasta hoy, las ausencias se prolongan quebradas, de vez en cuando, por una turbulenta convergencia en espacio y en tiempo. ¿Quien ha dicho que es la compañía la que une? Lo que une son las ausencias, y las presencias son simples pretextos donde se apoya nuestra delgada linea del tiempo. son siempre necesarias para que el caprichoso destino o el azar o el dolor o la nostalgia o las coincidencias o todas esas cosas juntas sigan jugando con nosotros.

Y me juro y me perjuro que te haré pagar cada una de las veces que estuviste y las que no, las que me amaste, las que me abandonaste tras un beso entregado al aire, las que me poseíste, las que te deshiciste de mi, las que me permitiste escapar, las que me hiciste elevarme, las que me hiciste creer que todo dependía de mi, las que me engañé haciéndote creer que era yo quién tenía todo bajo control, las veces que me robaste horas de sueño, las veces que ya no apareciste, las tantas que te olvidaste de mi, las que no me tomaste en serio, las que me cambiaste, las que te arrepentiste, las que acudiste a mi solo para consuelo o para disculparte, las que volviste para no sentir culpa, las que con donaire de indispensable mencionaste que me merecia tu llamada.

La gente no cambia y quisiera tener la oportunidad de agarrarte tan fuerte que dejaría rastros de avaricia sobre tu espalda, y con bocanadas de besos atoraría tus labios, enmudecerias de tal modo que la cadena de silencios trenzada a deseos aún por alcanzar o a lo que ahora me aferro te sacudiera y te hiciera sentir.

En un fallido intento de llamarte, logro matar la tentación muy bien, aún sin resistir a los demonios del recuerdo... olvido ese enlace a ti y mejor regalo suspiros por silencios tuyos.

Algún día quizá me salve o me salves. Por el momento no creo tener salvación, mi aséptica certeza es que el amor destroza, profunda, hiriente y dolorosamente.

Al final es adecuado para determinado fin