De Goce Hormonal

Un penal inexistente un arbitro ciego y mala leche, un cherooke ridículo ataviado como pitufo que ni gargamel lo hubiera sabido detener, en el momento justo que todo pensaba estaba perdido y que me quedaría comiendo camotes, llegó el bendito gol que regresó a mis Pumas a la final.
Entre mis argumentos de desesperación yo siempre me dije que el fútbol no era una pasión que podría atraparme y ahí me tienen en pleno sábado que bien podría haberse usado en una salida al cine o a un buen bar, lo cambié por la tarde para hacer berrinche y padecer ansiedad y susto en la boca del estómago como si estuviera colmada de templanza suficiente o nervios.

A lo largo de los 60 minutos restantes frente a la caja idiota que me idiotizó, hice caso omiso a el Sodi que hizo su proselitismo en medio de los apóstatas corriendo tras el balón, mas emociones agolpadas como en un estante lleno de libros hicieron presa de mi y seguia reflexionando sobre mi comportamiento extraño porque yo siempre había dicho que a mi el sentimiento futbolero de plano no era mi hit.

Siendo "cancha reglamentaria" alguna vez experimenté ese placer de ceder un domingo aburrido e intrascendente en pos del partido dominguero compartiendolo a lado de un cómplice, novio o amigo con el pretexto de gritar gol, aunque siempre perdiera su equipo favorito, tomar cerveza no es lo mio pero papas fritas industriales con salsa botanera ¿quien se resiste?, nada como ver un partido con un experto en generar adrenalina y lenguaje técnico, gritarle al arbitro "vendido" o alguna cosa peor, a causa de alguna injusticia que su ceguera o su ineptitud no le dejó ver en el equipo contrario comiendo porquerias, pero no puedo negarlo, me he dado cuenta que ultimamente sin compañia masculina le he tomado cierto disfrute silencioso en observar las piernas de los jugadores, se oye malinchista pero me he fletado mas partidos de la Eurocopa como auténtica aficionada energúmena, no me puedo negar que ese placer se concentra más cuando veo especialmente un partido de corte internacional especialmente donde están implicados los Suecos, los Ingleses, los Italianos y los Españoles por supuesto.

Durante estos torneos tanta pierna maravillosa, tanta escultura portátil, aumenta el placer visual e incrementa los estrógenos de mi cuerpo porque la testosterona es a veces contagiosa y no solo en las feminas se aprecian las piernotas y el trasero colosal. Mi hermana ayer incluso me miró extrañada por mi atención a un partido y ajena a mi interés, en tono de reproche mas de una ocasion la he oido repetir: "¿viendo fútbol? , ¿desde cuando te gusta a ti el fútbol?" y con una mueca de sonrisa a manera de contestación solo le hice un manoteo para que no me distrayese de la tensa calma vivida en los escasos 86 minutos que llevaba la transmisión.

Veo las piernas de los jugadores agitarse en su campo de batalla con una voz en off que narra toda la odisea. Es que a mi no me gusta el fútbol, sino los futbolistas pero si están implicados los Pumas lo siento, no hay poder humano que me mueva del sofá aún cuando estén feos o huelan mal.

Hoy sigo invicta, no hay tiros de esquina ni penales que amonestar, puras tarjetas rojas ¡caray!, no tengo cómplice, novio o amigo, que comparta conmigo la emoción por el deporte, las papas industriales y la cerveza, pero por lo pronto seguiré viendo partidos con la camiseta puesta hasta la final. De vez en cuando a causa de algunas piernas de los jugadores, es decir por razones estricta y únicamente de carácter hormonal yo me sentaba a ver con mis masculinos cómplices sus hazañas fingiendo demencia que eran sus equipos los que me gustaban, pero la verdad es que yo siempre le he ido al Real Madrid, y a los Pumas.

Apuesto que más de uno pensó mal y conjeturó al leer el título de este post, pero ¿que creen? soy incapaz de colocarme un autogol.