Hace unos días un Inglés llamado Richard Hart que instaló hace tiempo aquí en México una panadería de lujo en una zona gentrificada de la ciudad dijo en un podcast que aquí, no había una cultura del pan, que el pan de dulce era pastel prácticamente y que el bolillo o telera era horrible y tosco;
Su pobre percepción con ojitos europeos tiene todo el mal tino
Aquí, el pan no se explica, mucho menos se presume, no se discute con academia ,.aquí el pan vive en lo cotidiano.
México no replica el pan europeo porque no lo necesita: aquí existe una tradición propia, con historia, identidad, técnica y un vínculo social que muchas culturas en su barrio desearían.Hablar de ‘falta de cultura’ porque no ves hogazas nórdicas o fermentaciones europeas puestas en vitrinas, es exactamente el problema: pretender medir una tradición y una cultura distinta con una sola regla.
En México el pan no es un accesorio, es un símbolo. pan de muerto, rosca, pan de pulque, conchas, pan de feria, acambaritas, cemitas.
Aqui hace falta conocer la cultura antes de opinar. México tiene algo que no se enseña en ninguna escuela europea y es lo que nace de la mezcla, de lo ritual, de lo comunitario y de la vida diaria.
En el bolillo caliente y crocante que te comes con unos huevos estrellados, o en mitades calientitos llamados molletes con grratin saludos del horno, del pan dulce con nata en el desayuno del domingo y que lo compartes, porque el pan nunca es el protagonista, es con que te acompañas en los rituales de la comida.
Si para Hart eso no es ‘cultura’, entonces el problema no es México.
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