Un Fin Negro

             París,noviembre 2015.

Hay miedos de tantos colores y tantos sabores que para como está el mundo desafortunadamente no hay  manera de clasificarlos en bitácora. Yo me pregunto si una simple matricula de taxi, una placa de policía, una postura ideológica,un color o raza, un modelo de gobierno, una palabra puede infundirnos tanto miedo. 

Hoy por hoy tengo en el balance cosas superadas, puesto que de lo contrario, ya me habria vuelto ezquizofrenica. Lo que tengo claro es que el mundo hoy cada vez se torna más turbio e inseguro, no nos queda más que verlo llenos de pena y asombro con un poco de frustración silenciosa. 

Antes tenía miedo a decir lo que siento, antes me dió miedo perder a alguien a causa de ello, antes cuando no sabía de la muerte tan cercana, incluso ella me infundia cierto temor. Ahora ya no tengo miedo a las alturas.
Ahora le temo a la humanidad.

Quiero seguir sintiendo esa sensación de seguir juntando anécdotas divertidas sin reglas y criticas.  Sentir esa maravillosa sensación de respirar y llenar de aire los pulmones, abrir la boca no para hablar, sino para dejar escapar el aliento y alegrarse por estar vivo.

Observar los días lluviosos y sentir las gotas, saber sobre quienes somos y lo que hemos logrado, mas allá de poseer tarjetas de crédito, títulos universitarios, automóviles, celulares de ultimo hit o bolsos de marca en un "buen fin" que lo enmarca la desgracia y que sucede en cualquier parte porque parece que tampoco quedan islas para escapar.