Hablando sobre Filematología

Un beso no es cualquier cosa, cada quién sentirá de muchas formas, pero es maravilloso.
Aquel beso me cambió la vida, lo que lo sucede también. La primera vez, creí que el corazón se me salía, comencé a sudar, su cara se acercaba a medida que se me alejaba el espíritu, perdí el ánimo, la razón: me iba a besar, venía valiente al principio muy dispuesta y dispuse los labios.
Dios! , deberían haber visto qué manera de besar.

En el instante me besó para mi, de manera  increíble, como se besaría a una faraona o a una princesa.
Me besó despacio, masticando el aire, con los labios sobre los labios y la lengua sobre la lengua, resbalando, deslizando, recogiendo las migas que el universo iba perdiendo, con mesura, con finura, con ternura, con todos los uras del planeta.
Me miraba a los ojos, Me miraba a los ojos y era la cosa mas preciosa que había sentido nunca.

Firme y sencillo, plural, mágico, inefable.
En su barbilla duerme, desde entonces, mi felicidad.
Creo que voy a hacer una pausa para coger aire y volver a colocarme el corazón en sitio, después continuaré escribiendo pero despacio, midiendo las palabras.

Me he instalado con la idea de que el salitre y el sodio  es aquello que predomina en las emociones, cuando haces contacto intimo puede que te petrifique o te quedes como una estatua, al menos, pues te devuelve la ilusión y eriges o invocas esas sensaciones cada que recuerdas...