La Fuga

Altivo siempre seguro se supo amado por muchas seguro de su encanto que tantas lo colmaron de caricias, besos furtivos y calor sin pedirlo. Lo colmaron en demasía hasta que ella llegó.  Esa que conoció y le inyectó la idea de proponerse abandonar a todas las demás.
Dedicó su atención un instante a ella, transcurrió su vida con placides con ese dulce sabor de la dicha

Sin embargo lo bueno poco puede durar y la belleza o la felicidad es efímera tanto que se diluye entre los dedos como arena, las hijas del abandono extrañaban sus encantos,  mientras que le rodearon mimos, zalamerías y suspiros en torno a él,  ella se guardó con recato con la aureola ausente de quien supone ser la elegida por pensar con equivocada antelación.

Asi que se abandonaron ambos bajo el narcótico momento bajo el deslizamiento de sus brazos. La música fue el embrujo mejilla contra mejilla y el deseo se posó tan firmemente en ellos que parecía que sus manos se quedarían pegadas,  pero en una distracción de pronto él le insinuó algo,  se acercó para invitarla a el retiro, y entonces ella queriendo ser única lo comprendió.  Abrió los ojos y el no pareció percatarse de la presencia del desencanto.

Un tajo en el corazón quebró su interior. Lo contempló por un instante con sus ojos llenitos,  entornó la vista y lo miró alejarse con las zalameras siguió su vida entre divertimentos alzando las faldas y disfrutando a placer de otros brazos. Ella recogió su cabello y  dirigió sus pasos a otra dirección afuera de ese recinto se perdió diminuta su imagen como si se la tragara la tierra, en pos de él corrió para perderse permaneciendo aún hoy perdida en un laberinto cada que le recuerda.