En Mórbido y Breve

Ese mosquito que maté y que bautizé Psyco Killer, por la acritud de su aguijón no logró eludir las palmas de la muerte, hoy algo me sopló al oído y sospecho que fué el cuerno del insomnio quién me hizo dejar al fin, sobre el revoque blanco de ese cuarto blanco, una gota escarlata como una huella de mi estancia en aquel sitio.

– era el vehículo perfecto para un pacto de sangre- que prometía dejar a pesar del nomadismo, el pánico a deshoras, la alergia desgranada entre las sábanas, los ciclos del deseo, la división social del trabajo, los breves ramalazos de la felicidad junto con el noticiero y el ventilador– los momentos mas bajos. Quise dejar mi convalecencia y mis pretextos para poder escapar de ese encierro concertado ... Instalada y conforme, bebiendo, antes de volver a la vida rutinaria alguien me ofreció un refugio distinto unos brazos, unas manos, unas sábanas y unos besos diferentes, de pronto pensé en no rechazar la oferta, donde cuánto mejor huir despavorida, cual mosquito pero hace tiempo dejé de disfrutar esos juegos de artificio y deseché la oportunidad sin titubear.

Aunque reconozco que los malos pensamientos, no solo me pone temperamental, debería tener limites precisos para apilar en sucesión esos días, a veces no importa la hora, el clima, el lugar o la estación del año. Un día de estos me graduo de amante canibal, estoy segura que un día de estos me trago a alguien entero sin parpadear.

De nuevo a la rutina, tengo mucho que contar y traigo calentura, no de esta, de la otra...bueno me entienden.

a lo mejor estoy desvariando.