Camino hacia la luz

Debí haberlo sospechado en el minuto mismo que abrí la puerta y el sonido melancólico de un coro (no muy bien entonado la verdad), en cuanto cerré la portezuela del auto, esa música me invadió los oídos. Debí haber puesto atención al crucifijo que colgaba del espejo retrovisor y a la imagen de la virgen que no dejaba ver bien el taxímetro.

Cuando el hombre dijo - "a usted le pasa algo"
yo debí haber dejado de pensar en lo que estaba pensando y jamás debí responder
-"a todos nos pasa algo en algún momento"
aunque si tuve el buen juicio de callarme lo que también creía, es decir que lo verdaderamente raro sería que a alguien no le pasara algo , como se dice todo el tiempo. Lo raro es que esto me paso hace meses... y hoy volví a subirme al mismo taxi con el mismo chofer iluminado

- ¿Sabe? - dijo el hombre mientras le bajaba el volúmen a la tristísima musica coral que, de haber pasado algo, como él sugería me habría puesto bastante deprimida

- Yo creo que Dios la puede ayudar. continuo
Ya para entonces me había propuesto guardar un laico silencio, y por eso miraba el paisaje a través de las ventanillas con una determinación casi militar.

-Porque Dios, ya le habrán dicho, ayuda a todo el mundo - insistió el hombre sin importarle mi falta de respuesta y de poca atención, - figurese que el otro día, -continuó, se subió un muchacho que me dijo que él era ateo pero no me amedrenté, ¿sabe usted?

menos mal, que Dios le da entereza, dije para mis adentros, ¿me bajará de su auto si le digo que yo soy bien hereje por gracia de Dios?

Yo sé que Dios- dijo, es tan grande que hasta eso permite - repuso como si hubiera oido mis pensamientos .

El taxista de la fe inquebrantable siguió hablando asi durante un buen rato en el trayecto, y yo que no podía evitar escucharlo, imaginaba que mas pronto que tarde la paciencia de la que estaba haciendo gala me ganaría, si no un proceso completo de santificación, por lo menos un lugar cómodo en el llamado cielo.

- Pero ud. no se preocupe señorita, mencionó, interrumpiendo mi auto-inmolada ensoñación en papel de santa - ud. ponga su destino en las manos de Dios.

Ya para entonces cambió la musica ahora a ritmo de balada pero con versos llenos de alabanzas...si paso 5 minutos mas comenzaré a retorcerme, mi paciencia sospechaba cuya súbita desaparición se avecinaba no me aseguraría mas que un mismisimo lugar en el mismisimo infierno y de pronto vi la luz...
¡Si!, la luz del alto y entonces aproveché que respetando las seculares luces de los semáforos, el señor había detenido el auto, pasé a toda prisa un par de billetes para abrir la puerta y argumentando un gracias me bajé y sali huyendo como alma que lleva el diablo.

O en las del sereno - me dije - O en el sereno mismo - me repetí. Es lo que siempre me digo cuando se trata de poner el Destino de uno en algún lado. Uno nunca sabe cuando caerá en manos de un Taxista Ilustrado.

cruz cruz.

Bendito el Vaticano que me vaticinó que el infierno no existe. Dios nos libre de caer en el, hoy me estoy congelando. Hoy me caí, de sentón . Ostia tios! Espero que no me haya chupado el diablo (sin albur) aunque ya de por si estoy teniendo muy malos pensamientos me pudriria en el infierno seguro.

Amén