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Cuando todo se concreta no siempre es porque sea un fin de ciclo. Cuando estoy en plena despedida, en una conversación, en el aeropuerto o en la recta de la carretera llorando, siempre es porque pierdo a alguien que quiero y estamos a mitad del verano.
Cuando llego al punto final, tengo que concertar con un ademán que debo decir adiós y de pronto todas las ausencias caben en Agosto. No se si es dar por sentado que será un mes fatídico, pero cuando llega no me entusiasmo. Hace muchos posts había aseverado que odiaba Agosto pero, la razón lógica deberïa ser que que necesito aprender algo y no quejarme. En este trimestre del año la muerte parece que quiere apersonarse Icluso pienso, últimamente en ella y en una de esas va a poder venir a abrazarme, y reafirmame cuando me toca. Últimamente cuando me he agobiado por el trabajo, me he quedado unas horas en casa debajo de un cobertor calientito, y mi pata al pie de la cama hace que me levante, porque grazna pidiendo de comer . No había reparado, pero aquí reina Boris. Ha sido un mes lleno de pérdidas, de aprender, de reconocerse, de sentirse aliviada por tener mucho trabajo aunque apenas quede un resquicio para escribir; seguramente me he perdido de estupendas entradas que ahora mismo espero enmendar la falta.
He estado leyendo mucho sobre el sentido de sanar y vivir los duelos como corresponden. Parece que el mundo se va equilibrando aunque de pronto sienta que se inclina más de un lado y luchas para que se endereze.
Admito que me sentido triste pero con todos los sobresaltos, celebro cada día mis actos cotidianos.
Me levanté a arreglar mis plantas, vi una parvadita de loros por mi casa, ordené mi habitación y pinté un mueble. Y estoy disfrutando más que nunca dar clases de arte en un nuevo sitio aunque mis gatas se quedan solitas la mayor parte del día en casa.
Cuando iba rumbo al sepelio de mi amigo vi una golondrina posada en su nido, mirando toda la procesión quieta y atenta a la escena y fue hasta ese momento, que volví a sonreir. Adiós Agosto
