Hoy me han llamado por teléfono, aludiendo que me he ganado en un sorteo una serie de utensilios de cocina de cierta marca, y además como plus, una estupenda clase de cocina y que la suerte me sonreía, por haber respondido a una encuesta que, bien recuerdo fue hace un fin de semana, de escuetas 4 preguntas tan dirigidas que no creí representara mucho lío pararme a responderle a una chica y que por ello no la suerte fuera a llamar a mi puerta.
Obviamente al teléfono amablemente me indicaban, diera por sentado que tendría utensilios para estrenar y que con una sola hora de mi tiempo podría recibirlos en la comodidad de mi hogar, además de la clase de cocina y que un representante acudiria seguro con mandil incluído a la dirección que yo les indicara.
Nunca entro en rifas, y la verdad cuando compro un boleto no me saco ni un reintegro, me dio la risa loca y antes de ponerme paranoica obvio, respondí con un no gracias, a tan generoso ofrecimiento, pues dar santo y seña de donde vivo de pronto es para mi un poco loco.
Abunda toda clase de ingenuidad en el mundo y al mismo tiempo buena intención con tal de promocionar un producto, que si lo sabré yo, sin embargo pareciera que en estos tiempos tan aciagos y tiranos el estratega en este caso, no se ha puesto a pensar, que dejar entrar a alguien a tu casa, es tan importante y delicado como dejar entrar a alguien al baño, tan íntimo y digno de confianza como dejar que te haga hotcakes, adobo de 4 moles y hasta postre de betún y que deje lavados refractarios, licuadora y los sartenes
Dejar entrar a alguien a tu casa es simplemente dejarlo entrar a tu vida. Definitivamente
13 solo lo soñaron:
El otro día tocan la puerta, salgo y una bonita muchacha me dice que me trae de regalo un frasco tamaño familiar de crema hidratante, tomo el frasco le doy las gracias y cuando estaba por cerrar la puerta ella me dice que para hacerme acreedor del frasco deberé comprar otros menjunjes para el cuerpo, todo un paquetazo, yo le digo que no. Usted toco mi puerta y sin que yo dijese palabra usted me puso en la mano y me dijo que la empresa me estaba regalando este frasco, si usted sigue insistiendo me voy a ver obligado a llamar a mi vecino del lado que es oficial de la policía y a su esposa que es abogada. La muchacha quedo pálida y yo solté la carcajada y le devolví el frasco.
Entonces acepto tomo los utensilios y si insiste en venderme más cosas lo amenazo con ellos :p
Charly genio!
Luchadora es licuadora???? (o de plano no entendí ni papa...?)
Vaya con los mercas!!! Ni loca das direcciones ni contestas preguntas personales!
Qué suerte JO! :D
Jajajaja si es licuadora :|
No se te ocurra dar tu dirección ni abrir la puerta a nadie,no están las cosas como para descuidarse.
Un beso,Jo.
Ya decía yo!
😜
Ya decía yo!
😜
A mí me da terror dejar pasar a nadie a mi casa. Puedes llamarme cobarde. Besotes!!
Hiciste muy bien.
No están las cosas para confiar en nada.
Besos.
El gancho de ofrecer algo gratis para que piquén y poder poner el pie en la puerta.
Hay que decir siempre NO GRACIAS!
Besos.
Esto es simplemente una manera de hacer marketing, ¡qué te voy a contar! Y de las más viejas, solo que ahora antes de ir casa por casa te llaman para que les estés esperando. Te hacen un regalito y de mientras, te enseñan dos millones de productos deluxe, a ver si te cazan con alguno. No les abro la puerta yo ni loco, vamos xD
Las estrategias de ventas están, enfocándose al albur o el azar, quizás por aquello de que la gente cree a pie juntillas en estos avatares de la fortuna que viene por el camino no del trabajo, sino de la buena estrella o la suerte. Por estos parajes donde vivo, no pocas personas han sido, cuando no comprometidas por estos albures, a comprometerse en la compra de otros cacharros, cuando no inútiles, incapaces de servir para la función designada. Y, si no los meten en el berenjenal de nuevas compras, estos albures, son la puerta para un rapto, robo y lo que llaman aquí paseo millonario, llevándoselo en una carro,y dándole vueltas por la ciudad,y haciendo para en cajeros diferentes, para escanciarle la tarjeta débito, hasta el fondo. UN abrazo. carlos
Yo que usted desconfio
Saludos
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