De México a España

A veces en medio de fatídicos días apesadumbrada por el clima y el hastío no me he dado cuenta de la importancia que tienen ciertas personas... o tal vez uno asume cosas obvias y el sentido común es precisamente el que no nos deja ver esa marca de hacerselos saber. A veces un par de líneas marcan esa diferencia y entre fronteras topamos sin querer.

A veces no me separan tantas millas y a veces no hacen falta coordenadas. Me parece cada vez más desagradable recibir noticias via email o saludos provenientes de cualquier red social que me niego a tener un acercamiento por no traicionar mi integra idea y esbozo una sonrisa cada que descubro a quién se empeña en mantenerse asi aunque reniege.

Resignándome a echar mano de eso me resulta tan poco alentador que baste una pantalla de cristal o pueda llenar un muro.  Creer que es lo único que queda, pareciera que con ello tuviera uno suficiente.

Algunas de mis coincidencias por perderlas de vista se han extraviado entre distancias, disonancias, defectos, olvidos y malos entendidos que a la vista de la tecnología perfecta,  han resultado imperdonables refiriendo en todo aquel sentimiento encaminado por la vía de la extinción como esos cristales rotos de alguna ventana o de hielo,  desechos irremediablemente y pesados como el acero.

Los arrebatos que tengo ultimamente provocan querer abrazar aquello que me queda, sonreir, y darme cuenta de que la vida ha sido buena, que hay hilos fuertes de los cuales puedo sostenerme, incluyendo las coincidencias y personas.  Por hoy sólo una complacencía
alguien me dice Vuelve
y yo sólo respondo Aqui estoy ...