Personajes sin Ficción

La pintura parece retratar a una especie de ser mágico, una bruja a punto de alzar el vuelo; A pesar de lucir sereno, la fuerte mirada que enmarca el rostro parecía plasmar el dinamismo, la energía y la fuerza que sin duda la caracterizaban en vida sin hacer aspavimientos.

La primera vez que ví una imagen de ella fué en esta pintura, decían que sus fiestas eran interminables en Palais Rose, a través de atuendos y antifaces se podía ver por los pulidos pisos serpientes que se retorcían y grandes simios presos en jaulas doradas distribuidas por todas las estancias, entre toda la clase noble de la Sociedad Francesa de principios del siglo XX la marquesa Casati (Luisa Amon) sobresalía envuelta en capas de pieles y con la cabeza medio oculta por un tocado de raso y encaje negro.

Era un exceso como escenografía circense pero a la vez fascinante, solías oir de ella por sus fabulosos abrigos de piel y joyas que colmaban el cuello, dedos y muñecas, que se iba a caminar por las calles de Milán acompañada de sus amigos felinos.

Muy popular en su época, Luisa Casati era la rica heredera de una poderosa familia italiana que no llevó en absoluto una vida acorde a los estrictos cánones que marcaban su posición, reconocía abiertamente su bisexualidad, organizaba en sus palacios costosísimas fiestas sobre las que circulaban todo tipo de rumores y paseaba a menudo por Venecia con dos leopardos atados con correa. Gran admiradora de Boldini éste la retrató, al menos, en una ocasión más y después hizo pintor de cabecera a kees Van Dongen.

Metida en vaporosos vestidos de plumas y luciendo sensualmente los hombros, era una especie de mecenas que ayudó a más de un artísta, creo que ella hubiera podido ser una fuerte influencia para las escenografías y vestuarios para las obras de teatro de la época y es que entre excéntricidades de la alta sociedad Francesa Casati pertenecía a esa especie de clan aparte dispuesta a desafiarlo todo presentándose con trajes diseñados por ella basádos en las mas descabelladas fantasías.

Entre excéntricidades, se dice que una vez llegó a dorar materialmente al tunecino Garbi, esclavo que adquirió para que la acompañara como un elemento adicional para su entrada a escena. Garbi siempre la acompañaba semidesnudo, por supuesto- a fiestas, bailes y cenas ataviada de un modo completamente personal y llamativo con un estilo a su propia creación

Largo tiempo si no es que la mayor parte, se organizaron en su casa de Via Piamenti, las mejores fiestas mundanas y burlesque, la valentía y lo osada, era lo que mejor la definía a la hora de vestirse y entre excéntricidades realizaba lo más espectacular posible con tal de lucir con su donarie de Soberanía.

Pálida como un muerto, llamas naranjas por cabello, ojos negros de belladona y pestañas pródigas cual colas de pavo real. La marquesa Casati más que aristócrata parecía una criatura diabólica salida de alguna escenografía fantástica de León Baskt.